Lección 1, Tema 1
En Progreso

III. Presentar (6.12-23)

Si los creyentes verdaderamente se consideran muertos al pecado, demostrarán su fe al presentarse ante Dios. Este es el tercer paso en el proceso de obtener la victoria sobre la vieja naturaleza, la carne. Nótese el severo «no reine, pues» del versículo 12. Este sometimiento es un acto de nuestra voluntad, un paso de obediencia al Señor. No es suficiente saber esta maravillosa doctrina, o incluso considerarla; debemos dar el paso final de presentar nuestros miembros a Cristo.

En los versículos 16–23 Pablo da el ejemplo del amo y del criado. Nadie puede servir a dos señores. Antes de ser salvos nos sometíamos al pecado y éramos siervos del pecado. Por consiguiente, recibimos la «paga» del pecado: la muerte (v. 23). Pero ahora, que hemos aceptado a Cristo como Salvador, somos libres del pecado; o sea, nuestra nueva posición en Cristo nos da un nuevo Amo y Señor, tanto como una nueva naturaleza. ¡Ahora somos siervos de la justicia, en lugar de ser siervos del pecado! Al presentar nuestros miembros a Cristo como sus «herramientas» o «instrumentos» (v. 13), Él viene a controlar nuestras vidas y llevamos fruto en santidad (v. 22).

El cristiano que deliberadamente se presenta al pecado cometerá pecado y cosechará tristeza. ¿Por qué debe el pecado ser nuestro señor cuando hemos muerto al pecado? ¿Por qué obedecer a un señor que ya Cristo derrotó? Los cristianos que pecan a propósito son personas que se han presentado a sí mismos a la vieja naturaleza en lugar de presentarse al Espíritu Santo. Viven por debajo de su posición exaltada en Cristo. Viven como esclavos cuando podían regir como reyes.

Es importante que tengamos estos tres pasos en orden. No podemos someternos a Dios y obtener la victoria sobre la carne, a menos que primero nos consideremos muertos al pecado y vivos en Cristo. Pero no podemos reconocernos muertos a menos que sepamos nuestra posición en Cristo. Satanás no quiere que vivamos en nuestra elevada posición en Jesucristo, de modo que trata de confundirnos respecto a nuestra victoria en el Hijo de Dios. No es suficiente saber que Cristo murió por nosotros; debemos también saber que morimos en Cristo. No es suficiente saber que tenemos una nueva naturaleza interna; debemos también saber que la vieja naturaleza fue derrotada en la cruz. Saber, considerar, presentar: estos tres pasos conducen a la victoria diaria sobre la carne. Estos tres pasos conducen al trono donde Cristo es exaltado y donde «reinaremos en vida» con Él, siervos de la justicia y no esclavos del pecado. Disfrutamos de vida y verdadera libertad en Él.

Tenga presente que estos pasos deben representar una actitud diaria de vida. No son «medidas de emergencia» que se usan al enfrentar alguna tentación especial. Los creyentes que cada día dedican tiempo a la Palabra de Dios conocerán su posición en Cristo. Tendrán la fe para considerarse muertos al pecado y podrán presentarse y someterse al Espíritu que mora en ellos, obteniendo victoria. La respuesta al problema del pecado no es simplemente determinación, disciplina, reforma, legislación, ni ningún otro esfuerzo humano. La victoria viene por medio de la crucifixión y resurrección.

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