Lección 1, Tema 1
En Progreso

III. Ninguna separación: el Espíritu y el sufrimiento (8.18-39)

Aunque ahora los creyentes soportan el sufrimiento, disfrutarán de la gloria cuando Cristo regrese. Es más, la creación entera (vv. 19–21) gime bajo la esclavitud del pecado, gracias a la desobediencia de Adán. Cuando Cristo finalmente aprese a Satanás, libertará a la creación completa de su esclavitud, y toda la naturaleza disfrutará con nosotros de «la libertad gloriosa de los hijos de Dios» (v. 21). ¡Qué maravillosa salvación tenemos; libre de la pena del pecado debido a que Cristo murió por nosotros (cap. 5); libre del poder del pecado porque morimos con Cristo a la carne (cap. 6) y a la ley (cap. 7); y algún día seremos libres de la misma presencia del pecado cuando la naturaleza sea librada de su esclavitud.

Tenemos el Espíritu de adopción, pero estamos «esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo» (v. 23). El alma ha sido redimida, pero no el cuerpo. Esperamos en esperanza, sin embargo, debido a que el Espíritu Santo nos es dado como «las primicias» de la liberación que Dios tiene para nosotros en el futuro. Incluso si morimos, el Espíritu, quien nos ha sellado para el día de la redención (Ef 1.13–14), vivificará nuestros cuerpos (v. 11).

Nótese los tres «gemidos» en los versículos 22–26:

  1. toda la creación gime, v. 22;
  2. el creyente gime esperando la venida de Cristo, v. 23; y
  3. el Espíritu gime al interceder por nosotros, v. 26.

Nótese en Juan 11 cuando Jesús «gimió» al visitar la tumba de Lázaro. Cómo se preocupa Dios por la esclavitud de la creación. Qué precio pagó Cristo para librarnos.

Pablo destaca que mientras soportamos estos sufrimientos en esperanza tenemos el privilegio de orar en el Espíritu. Tal vez mucha de nuestra oración es en la carne: oraciones largas, hermosas, «pías», que glorifican al hombre y dan nauseas a Dios (Is 1.11–18). ¡Pablo indica que la mayoría de la oración espiritual puede ser un gemido sin palabras que brota del corazón! «Suspiros demasiado profundos para las palabras» es una manera en que una versión traduce el versículo 26. El Espíritu intercede por nosotros, el Padre escudriña nuestros corazones y sabe lo que el Espíritu desea, y esto es lo que nos concede.

El Espíritu siempre ora de acuerdo a la voluntad de Dios. ¿Cuál es la voluntad de Dios? Que los creyentes sean conformados a la imagen de Cristo (v. 29). Podemos reclamar la promesa del versículo 28 debido al propósito del versículo 29. Nótese que todos los verbos en el versículo 30 están en tiempo pasado: llamó, justificó y glorificó al creyente. ¿Por qué desmayar bajo los sufrimientos de este mundo cuando ya hemos sido glorificados? Simplemente esperamos la revelación de esta gloria en la venida de Cristo.

Pablo concluye haciendo cinco preguntas (vv. 32–35) y respondiéndolas claramente. No hay necesidad de inquietarse por lo que Dios hará, porque Dios es por nosotros y no contra nosotros. La prueba es que dio lo mejor que tenía en la cruz. Con toda seguridad que nos dará libremente cualquier otra cosa que necesitemos. ¿Puede alguien acusarnos por el pecado? ¡No! Hemos sido justificados y esta posición delante de Dios nunca cambia. ¿Puede alguien condenarnos? ¡No! Cristo murió por nosotros y vive ahora como nuestro Abogado a la diestra de Dios. ¿Puede alguien separarnos del amor de Dios? ¡No! Ni siquiera el mismo diablo («principados», «potestades», v. 38).

¡Ninguna condenación, ninguna obligación, ninguna separación! «Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (v. 37).

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