III. Condenación (1.18-32)
Ahora empezamos la primera sección de la carta, la cual trata del pecado (1.18–3.20; véase el bosquejo). En estos versículos finales del capítulo 1 Pablo explica cómo los gentiles penetraron en las terribles tinieblas que los rodean y cómo la ira de Dios se ha revelado en su contra. Nótese los pasos decadentes en la historia de los gentiles.
1. Conocieron a Dios (vv. 18–20).
Dios les había dado una revelación doble de sí mismo: «les es» (conciencia) y «se lo» (creación), v. 19. El hombre no empezó con ignorancia y gradualmente creció hasta la inteligencia; empezó con una brillante revelación del poder y sabiduría de Dios y le dio las espaldas. Dios se reveló desde el mismo momento de la creación, de modo que los que nunca han oído el evangelio de todas maneras no tienen excusa. (En el cap. 2 se analizará cómo Dios juzga a tales personas.)
2. No le glorificaron como a Dios (vv. 21–23).
Los pensamientos vanos y el razonamiento necio hizo que los hombres se alejaran de la verdad y se volvieran a las mentiras. Vemos la indiferencia conduciendo a la ingratitud, resultando en ignorancia. La gente de hoy se postra ante los filósofos griegos y romanos, y honra más su palabra que la Palabra de Dios; pero Pablo llama a todas estas filosofías «imaginación de hombres» y «tiempos de ignorancia» (Hch 17.30). El próximo paso fue la idolatría, honrando a la criatura (incluyendo al hombre) antes que al Creador.
3. Cambiaron la verdad de Dios (vv. 24–25).
Esta palabra cambiaron indica precisamente eso. ¡Reemplazaron la verdad de Dios con la mentira de Satanás! ¿Cuál es la mentira de Satanás? Adorar a la criatura y no al Creador; adorar al hombre en lugar de adorar a Dios; adorar las cosas antes que a Cristo. Satanás tentó a Cristo para que hiciera esto (Mt 4.8–11). Nótese que en Romanos 1.18 los gentiles «detienen con injusticia la verdad» y ahora «cambiaron la verdad» por una mentira. Cuando se cree y obedece la verdad, ella nos hace libres (Jn 8.31–32); cuando se rechaza y desobedece la verdad, nos hace esclavos.
4. Rechazaron el conocimiento de Dios (vv. 26–32).
Estas personas comenzaron con un claro conocimiento de Dios (vv. 19, 21) y su juicio en contra del pecado (v. 32); pero ahora llegaron al más bajo nivel de su caída: ¡ni siquiera querían el conocimiento de Dios! «Dijo el necio en su corazón: No hay Dios» (Sal 14.1).
Es triste ver los trágicos resultados de esta decadencia. Los evolucionistas quieren hacernos creer que los seres humanos hemos «evolucionado» desde formas primitivas, ignorantes y como bestias, a la criatura maravillosa que somos hoy. Pablo dice precisamente lo opuesto: el hombre empezó como la más superior de las criaturas de Dios, pero ¡él mismo se hizo bestia! Nótese los tres juicios de Dios:
- Dios los entregó a la inmundicia e idolatría, vv. 24–25.
- Dios los entregó a pasiones vergonzosas, vv. 26–27.
- Dios los entregó a una mente reprobada, vv. 28ss.
¡Dios los abandonó! Esta es la revelación de la ira de Dios (v. 18). Los pecados que se mencionan aquí son demasiado viles para definir o hablar de ellos, sin embargo, hoy en día se practican alrededor del mundo con la aprobación de la sociedad. La gente sabe que el pecado será juzgado, no obstante, se deleitan en él de todas maneras. Si no fuera por el evangelio de Cristo, estaríamos nosotros mismos en esa esclavitud del pecado. «Gracias a Dios por su don inefable» (2 Co 9.15).
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