III. Algunos siervos a quienes honrar (16.21-24)
¡Qué grandiosa lista de veteranos! En estos versículos hallamos a Timoteo, el hijo de Pablo en la fe y siervo del Señor (Flp 2.19–22) y Lucio, quien estuvo asociado con Pablo en los primeros días en Antioquía (Hch 13.1). (No es probable que esta persona sea Lucas.) Jason viajó con Pablo desde Tesalónica (Hch 17.5–9); Sosípater era de Berea (Hch 20.4). Pablo amaba a estos compañeros y no podía haber ministrado sin ellos. No todos pueden ser un Pablo, pero todos podemos ayudar a otros a servir a Cristo más eficazmente.
Tercio era el amanuense (secretario) al que Pablo dictó la carta, según el Espíritu le dirigió. Es probable que era romano, conocido por los creyentes que recibieron la carta.
Gayo tal vez sea la misma persona mencionada en Hechos 19.29; o tal vez Gayo de Derbe (Hch 20.4). Es con toda seguridad el Gayo de 1 Corintios 1.14; uno de los hombres que Pablo bautizó durante su ministerio en Corinto. Pablo estaba allí cuando escribió a los romanos, de modo que esto pudiera significar que estaba alojado en la casa de Gayo. Vea cómo el Señor usa muchas personas para darnos su Palabra: ¡un apóstol inspirado, un fiel secretario y huésped cristiano amigable y una mujer sacrificada!
Erasto era el tesorero municipal, lo cual muestra que el evangelio había alcanzado a las familias de funcionarios del gobierno de la ciudad. (Véase Flp 4.22.) Tal vez sea el mismo que se menciona en 2 Timoteo 4.20. «Y el hermano Cuarto». ¡Ningún santo es demasiado insignificante como para que Pablo no lo mencione! Lea 1 Tesalonicenses 5.12, 13 y vea cómo este pensamiento se aplica allí.
Pablo siempre firmaba sus cartas, con su «firma de gracia» (2 Ts 3.17–18), y así lo hace aquí en el versículo 24. Es probable que lo hizo para añadir personalmente esta gran doxología que enfatiza el misterio de la Iglesia. Los profetas que menciona en el versículo 27 son los del NT, mediante los cuales Dios reveló las verdades de la Iglesia y el evangelio de la gracia. Véanse Hechos 13.1, 15.32, 21.10; 1 Corintios 12.28–29, 14.29–32, Efesios 2.20, 3.5 y 4.11.
Así queda completa la carta a los Romanos. Si la comprendemos y la aplicamos, el versículo 27 será verdad: «Al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre».
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