Lección 1, Tema 1
En Progreso

I. Algunos santos a los cuales saludar (16.1-16)

Parece ser que los creyentes en Roma no se reunían en alguna asamblea general, sino que eran miembros de varios grupos en los hogares. Note los versículos 5, 10, 11 y 15. No había una «iglesia en Roma» en el sentido organizado (compárese Flp 1.1). Roma era una ciudad grande y es posible que algunas de las asambleas las componían principalmente creyentes judíos.

Es evidente de que Febe era una diaconisa que se dirigía a Roma, y por consiguiente la portadora de la epístola. «Que la recibáis[…] y que la ayudéis» (v. 2) son buenas admoniciones para los cristianos de hoy. Algunos eruditos sugieren que iba a Roma en busca de ayuda para algún problema legal y que Pablo le pedía a los santos que la ayudaran en ese problema especial.

¡Hallamos a Priscila y a Aquila de nuevo! ¡Qué amigos queridos fueron para Pablo! Repase Hechos 18.2–28, 1 Corintios 16.19 y 2 Timoteo 4.19. El incidente en el cual estos dos santos arriesgaron su vida por Pablo no se registra en el NT, pero, ¡qué deuda tiene la Iglesia con ellos por haberle salvado la vida! Salieron de Roma debido a la persecución, conocieron a Pablo en Corinto y ahora, al regresar a Roma, constituyen una iglesia en su casa. ¡Qué maravillosos son los caminos del Señor y las sendas de su providencia!

Nueve mujeres se mencionan en este capítulo: Febe, v. 1; Priscila, v. 3; María, v. 6; Trifena, v. 12; Trifosa, v. 12; Pérsida, v. 12; la madre de Rufo, v. 13; Julia, v. 15; y la hermana de Nereo, v. 15. Algunos críticos han acusado a Pablo de estar en contra de las mujeres, pero ningún hombre hizo más por emancipar a las mujeres de la servidumbre pagana y dignificarlas de la manera que Dios intentó desde el principio. Pablo enseña que las mujeres tienen un lugar especial e importante en el ministerio de la iglesia local.

En varios versículos Pablo menciona a sus «parientes» (vv. 7, 11, 21). Esto no necesariamente significa parientes de sangre, sino más bien compatriotas judíos, quizás de la tribu de Benjamín.

El versículo 7 menciona a dos hombres que habían sido salvados antes que Pablo y que también fueron notables entre los apóstoles. No eran apóstoles, sino que tenían muy alta reputación entre los apóstoles.

Rufo es un hombre interesante (v. 13). Marcos 15.21 indica que el Simón que llevó la cruz fue el padre de Alejandro y de Rufo, como si estos dos hombres fueran bien conocidos entre las iglesias en el tiempo en que Marcos escribió su Evangelio. Es posible que Simón fuera en realidad el padre de Rufo, el del versículo 13, y que también ganó a su madre para el Señor. Si él y su familia se quedaron en Jerusalén, es posible que tuvieron a Pablo en su casa y que este «adoptó» a la madre de Rufo como si fuera la suya propia.

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