Lección 1, Tema 1
En Progreso

06) Una historia real

Diego Lopez Gelfo septiembre 22, 2023

Para ver un ejemplo práctico de este proceso de consolidación, leamos esta historia que relata el pastor Yonggi Cho en uno de sus libros:

Cierto día un hombre y su esposa me visitaron en mi despacho. Se presentaron como nuevos miembros de la Iglesia. Luego, el esposo rió, movió la cabeza y dijo: -Es imposible escapar de esta iglesia.

-¿Qué quiere decir? – le pregunté.

El esposo procedió a relatarme la historia de cómo su hijo adolescente se había puesto rebelde. – Estábamos muy preocupados por él – dijo-. Pero entonces una señora muy simpática, miembro de esta iglesia y vecina nuestra, vino a casa y empezó a tratar a mi hijo; le hablaba y oraba con él, y pasado algún tiempo vimos un cambio tremendo en nuestro hijo.

-Como es natural, nosotros le estábamos muy agradecidos por lo que ella había hecho. Luego nos invitó a visitarla en su hogar y nos dijo: “Tenemos una reunión maravillosa todas las semanas en casa. Es un momento precioso de fraternidad; servimos el té y galletitas, y hablamos de Dios. ¿Les gustaría venir?”

-Fuimos por agradecimiento. Debo confesar que también lo pasamos muy bien. Escuchamos los cantos y los testimonios, que eran muy emocionantes. El mensaje fue bueno, y hasta nos sentimos muy agradecidos por el interés que mostraron cuando oraron por nosotros y por nuestro hijo.

-Sin embargo, al retirarnos, no volvimos a pensar en la reunión con demasiada frecuencia. Pensamos que sólo se trataba de una noche agradable con algunos de nuestros vecinos.

-No obstante, a la semana siguiente la señora nos volvió a invitar. Creímos que sería bueno regresar, puesto que lo habíamos pasado tan bien la primera vez. Jamás se nos pasó por la mente comprometernos de manera permanente.

-Luego, nos volvió a llamar el sábado y nos dijo: “Mañana es domingo. ¿Por qué no vienen conmigo a la Iglesia Central? Tenemos un pastor excelente. Siempre tiene un buen mensaje. ¡Acompáñenme!”

-Al día siguiente vino en su automóvil, nos tocó la bocina y fuimos con ella.

-Debo decirle con toda sinceridad que nos sentimos sobrecogidos cuando llegamos a la iglesia. Jamás habíamos visto un lugar semejante. Su gran tamaño nos intimidaba. Sin embargo, lo que más nos alarmó fue el ruido. Jamás habíamos visto que las personas oraran y alabaran a Dios en voz alta, y aplaudiendo.

-Una vez terminando el servicio, cuando ya habíamos regresado a casa, le dije a mi esposa: “Creo que es una magnífica iglesia, pero demasiado ruidosa. Además, me pareció que algunos son muy fanáticos; no creo que debamos regresar allí.”

Aunque no se daban cuenta, nuestro sistema de consolidación ya los había registrado. A la semana siguiente, la guía de célula fue a su casa y los invitó de nuevo a que fueran a la reunión. Luego añadió: – Los volveré a recoger el domingo para ir a la iglesia.

-Tratamos de excusarnos – dijo el esposo -, pero de manera muy fina ella se negó a aceptar nuestras excusas- Todas las semanas íbamos a las reuniones de la célula y a la celebración el domingo con ella. Sin embargo, no dejábamos de sentirnos acorralados e incómodos. Nos sentíamos tan acosados, que decidimos vender la casa y trasladarnos a otro barrio. Cuando por fin nos mudamos, el marido le dijo a su esposa: – Por fin somos libres de esa señora.

A la semana siguiente, cuando la guía de célula fue a invitarlos a la reunión del grupo, se encontró con una casa vacía. No obstante, no se dio por vencida. Fue a la municipalidad, y averiguó la nueva dirección, la copió y se la llevó al departamento pastoral de la iglesia. La secretaria ubicó la nueva dirección y se la pasó al guía de célula más cercano.

-No podía creerlo – me dijo el esposo -. Allí estábamos el viernes por la noche disfrutando de nuestra libertad, cuando tocaron a la puerta. La abrí, y me encontré con una señora que me dijo: “Bienvenidos a nuestra zona. Soy la guía de célula de la Iglesia Central del Evangelio Completo, y ustedes han sido transferidos a mi zona. Esta noche vendremos a su casa para celebrar.”

-Vinieron y celebraron una reunión en nuestra casa. Una vez más cantamos y oramos y el grupo oró por nosotros en nuestra nueva casa. Una vez terminada la reunión, cuando todos se habían retirado, le dije a mi esposa: “¿Qué vamos a hacer? ¡Para escaparnos de esa iglesia tendremos que emigrar a América o al cielo!

-Entonces me dijo mi esposa: “Bien, si no podemos con ellos, nuestra única alternativa es unirnos a ellos.”

-Así fue como el domingo siguiente vinimos a la iglesia, y batimos las palmas y gritamos, como todo el mundo. Ahora somos verdaderos miembros de la iglesia.

El pastor Cho termina este relato diciendo que ese matrimonio se ha convertido en un verdadero pilar de la congregación, y eso fue posible gracias a la perseverancia de los obreros o guías de célula.

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