03) El Corazón del Consolidador
En la parábola del Hijo Pródigo (Lucas 15:11-32), descubrimos cómo debe ser el corazón del consolidador, al ver la actitud del Padre cuando su hijo menor regresa a su casa.
“Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirle. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete. Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta.” (Lucas 15.22-24)
¡Esta es la tarea de un Consolidador!
- Alegrarnos cada vez que un pecador se arrepiente y viene a los brazos del Padre. Y luego servirles en el proceso de restauración, para dejar la identidad de “pordioseros” (antigua naturaleza) y adquirir la identidad de hijos (nueva naturaleza).
Consolidar es el mayor privilegio que Dios nos da, y aún es mayor cuando empezamos a entender la importancia que el Señor le da a cada vida nacida de nuevo.
Cuando consolidamos a alguien estamos recibiendo un voto de confianza de parte de Dios, nos está confiando su tesoro más preciado.
- Quienes somos padres podemos entender mejor aún el sentir de Dios hacia los nuevos. Cuando un padre o madre debe salir de viaje… ¿Con quién deja a sus hijos?… Vos, ¿Con quién los dejarías…? ¿Los confiarías a alguien a quien no conoces, de quien nada sabes?…
¿O los dejarías con alguien confiable, que los atenderá y no los dejará librados a su suerte, que si llega el horario del almuerzo les preparará la comida, que si enferman los llevará al médico, que si tienen sed les dará de beber, y los cuidaría como si fueras vos mismo…?
- Entonces… ¿Podrá Dios confiarte sus nuevos hijos espirituales que están por nacer, y quedarse tranquilo que están en buenas manos?… Seguro que sí, y para eso nos estamos capacitando.
Para hacer la tarea con eficacia, el consolidador debe tener un corazón de padre.
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