Progreso de Lección
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Cada vez que ves la imagen de una prueba de embarazo, seguramente te trae recuerdos. Una variedad de emociones y pensamientos se agolpan dentro nuestro. A veces es una alegría desbordante, otras, más bien un susto.

¡Comenzamos a pensar tantas cosas! Cómo va a cambiar mi cuerpo, los acomodos que tendré que hacer en mi vida…

Hasta armamos una lista casi interminable de cosas que vamos a tener que comprar: ropa de embarazo, ropa de bebé, cuna, cochecito, huevito. Pintar el cuarto o ¡hacer uno! Algunos hasta piensan: ¡voy a tener que cambiar el auto! Nos preparamos tanto para la llegada de un hijo, que no queremos que se nos pase ningún detalle.

A veces hasta nos angustiamos al pensar en todo lo que nos gustaría darles, que no podemos comprar o tener. Luego de que nacen, vamos sumando cosas a la lista, que coman saludable, que estén bien vestidos, que aprendan inglés, piano, gimnasia, etc. Siguen los cumpleaños, los amigos, la escuela. Al parecer, la lista jamás terminará…

Invertimos mucho tiempo, esfuerzo y dinero en esas cosas. Algunas son importantes, otras, no tanto. La realidad es que a veces olvidamos lo más importante: enseñarles a amar a Dios. Todo lo anterior vale la pena, pero hay algo que es esencial y debería ser la PRIORIDAD # 1: Guiarlos a Dios.

¡Que lo secundario no te distraiga de lo importante! Nuestra Prioridad: Que amen a Dios.

¿Por qué? Porque Él se merece lo mejor de nosotros. Fuimos creados para Su Gloria. Y es lo que Dios nos pide. Él es muy claro, y quiere que continuamente les hablemos de Él, de Su amor y de Sus mandamientos.

Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:5

¡Todo esto empieza en nuestro corazón!

Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Deuteronomio. 6:6      

No podemos dar lo que no tenemos, necesitamos primero llenarnos nosotras de Dios.

¿Qué tan importante es Dios para mí? Generalmente hablamos de lo que nos importa.

Lo más importante, nuestra familia: que conozcamos y amemos a Dios.

¡Si hoy solo puedo hacer una cosa, que sea enseñarles a mis hijos de Dios!

¿Cómo lograr que nuestros hijos amen a Dios?

1. Hablales de Dios.

Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Deuteronomio 6:7

¿Cuándo hablo? En todo momento. ¡Aprovecha cada oportunidad!

Cuando mis hijos empezaron el colegio, con las nuevas leyes de educación sexual vigentes en nuestro país, al principio me preocupe mucho, pensando cómo los podían bombardear con ideas totalmente contrarias a lo que Dios dice. Hasta que un día pensé: ellos están en la escuela unas pocas horas, nosotros los tenemos muchísimo más tiempo.

Mi oportunidad para llenar su mente con la Verdad es más grande. Además, ¡Nosotros tenemos la ayuda del Espíritu Santo! Así que, me propuse que de los temas que era probable que les digan mentiras, primero, iban a escuchar la Verdad de mi boca. ¡Hacé lo mismo!

Nunca es demasiado pronto, ni demasiado tarde para hablarles de Dios, ya sea que tus hijos sean muy pequeños o ya hayan crecido.   

¿Dónde hablo? En todo lugar. En la casa, al levantarse y antes de dormir. Mientras voy en el auto o caminando. En el supermercado o en la plaza. Usá cada oportunidad que tengas, para hablarles de Dios y de lo que Él espera de nosotros. Buscá toda oportunidad para hablarles del amor de Dios, de Su poder, Su provisión, Su cuidado, Su creación.

 ¡Si hoy solo puedo hacer una cosa, será enseñarles a mis hijos acerca del amor de Dios!

2. Hablales de Jesús. No hay vida sin Jesús.

¿Qué cualidades quiero que mi hijo desarrolle? ¿Qué objetivos tenemos como padres? Por lo general, son altas las expectativas.

¿Qué deseas? ¿Que aprendan inglés? ¿Que sean excelentes alumnos? ¿Que sean buenas personas? ¿Que sean felices? ¿Que sean profesionales?

No hay nada más importante que poder guiarlos a Dios y para eso necesitamos invertir tiempo y esfuerzo. Necesitamos ser INTENCIONALES.

Hablales diariamente de Jesús: de cómo murió por nuestros pecados (eso nos habla de la necesidad de un Salvador, porque somos pecadores. Mostrales su pecado, pero no para condenarlos, sino para guiarlos al Salvador).

Hablales de Su muerte y Su resurrección. De cómo intercede por nosotros ante Dios Padre.

¡La salvación es obra de Dios, pero a nosotras nos toca hacer nuestra parte!

¿Pero cómo pueden ellos invocarlo para que los salve si no creen en él? ¿Y cómo pueden creer en él si nunca han oído de él? ¿Y cómo pueden oír de él a menos que alguien se lo diga? Romanos 10:14

Se fiel en enseñarles. Viví una fe auténtica: nada habla más fuerte que nuestra vida, somos llamadas a ser embajadoras de Jesús. Que todo nuestro ser lo refleje a Él.

Se fiel en orar por ellos y por su salvación, para que la convicción de pecado y la necesidad de un Salvador, cale hondo en sus corazones y respondan de manera positiva a Dios.

¡Si hoy solo puedo hacer una cosa, será enseñarles a mis hijos acerca de mi Señor Jesús!

3.Enseñales la Palabra de Dios.

La base de nuestra enseñanza es la Verdad: la Palabra de Dios, la Biblia.

¿Por dónde empiezo? Lograr el hábito devocional es un proceso, que lleva tiempo.

Ponete la meta de un tiempo con Dios junto a tu familia, y procurá alcanzarla, y no te desanimes si fallás varios días ¡seguí intentándolo!

Primero lee vos la Biblia. Luego, léeles a tus hijos: la fe crece al oír la Palabra de Dios. Contales historias de misioneros, miren dibujitos cristianos, escuchen música cristiana. No quiere decir que no pueden leer, ver o escuchar otra cosa, pero se intencional en llenarlos con la palabra de Dios.

Determiná un horario específico para hacer el devocional en familia(busquen el momento adecuado para ustedes).Algunos consejos que pueden ser útiles: Que las lecturas bíblicas sean breves y de una traducción que los niños comprendan fácilmente. Al orar, dejá que tus hijos oren primero. Que tus oraciones sean breves, así a tus hijos se les hará más ameno el tiempo devocional.

Una buena opción también puede ser aprovechar el momento de la comida, apagar la tele, dejar los celulares y hablar acerca de algún tema y ver qué dice la Biblia al respecto y reflexionar sobre eso.

La verdad es que a nosotros al principio nos costó bastante generar el hábito diario de hacer el devocional juntos. No fue algo que logramos tan fácilmente, así que, no te desanimes si te pasa, ¡seguí intentándolo!

Hagan carteles con versículos bíblicos. Los textos que aprendemos de niños, por lo general los recordamos toda la vida. Aprovechá oportunidades especiales como Adviento, Navidad, Pascua, el mes de la Biblia, el mes de la luz.

Pedile al Espíritu Santo que te de ideas y creatividad para poder guiar el corazón de tus hijos a Él. Pedile gracia y fuerzas para esta tarea. Es más, reconocé que en tus fuerzas no vas a poder. ¡Su poder se perfecciona en nuestra debilidad!  El diablono quiere que guiemos nuestros hijos a Dios, va a intentar boicotear tu labor, desanimarte, hacer que bajes los brazos. ¡Necesitás la ayuda del Espíritu Santo!

Recurrí a mujeres más maduras que te apoyen en oración en esta tarea y te den consejos (Tito 2:3-5). Evitá compararte con otras familias, cada una tiene su proceso diferente. Procurá hacer lo mejor con la realidad que vos vivís.

Cada día es una nueva oportunidad.

No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y asíavanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús. Filipenses 3:13-14

A los niños pequeños les encantan las narraciones, contales las historias de la Biblia. O inventá alguna con una reflexión final. Con los hijos más grandes, probablemente te sean útiles otras estrategias, como las charlas en las comidas, por ejemplo.

Si nunca hiciste el devocional y tus hijos son más grandes, pedile al Espíritu Santo que te de la sabiduría de qué y cuándo hablar, y cuando callar y simplemente orar por ellos. Tu vida y tu ejemplo también les va a hablar. Si tu esposoes cristiano, enseñen a sus hijos juntos. Si no lo es, no te desanimes, Dios está con vos en esta tarea. Respétalo y mostrale a Jesús con tu vida. Enseñale vos a tus hijos, en cada oportunidad que tengas.

¡Si hoy solo puedo hacer una cosa, será enseñarles a mis hijos acerca de Dios, de Jesús y de Su Palabra revelada!

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