“Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora”. Juan 2. 9-10
En esta oportunidad Jesús hizo un milagro para disfrutar, en realidad este fue su primer milagro.
Estamos acostumbrados a pedir nada más que milagros para zafar y no para disfrutar.
Si obedeciéramos a Dios en todo, estaríamos mucho más liberados para pedir milagros para disfrutar y no para remediar situaciones negativas producidas por nuestra desobediencia.
El hecho de que Jesús haya transformado el agua en vino para que la fiesta siguiera, significa que el disfrute de sus hijos es parte de su voluntad.
Que sus hijos disfruten no es algo trivial para Dios, sino algo muy importante. Porque el disfrutar es parte de la vida, sobre todo de la vida abundante.
En esta oportunidad te invito a pedir un milagro para disfrutar.
A la hora de pedir por este milagro no te sientas trivial ni culpable, sino en dependencia de Dios en las cosas que también son para disfrutar.
Recordá que frente a la necesidad de vino, Jesús hizo el milagro para que este no faltara, y el vino en la antigüedad representaba la alegría. Lo mismo hará en tu vida.
Yo bendigo tu vida para que en este tiempo puedas recibir un milagro para disfrutar y que puedas compartirlo con los demás para no solo ser bendecido sino también ser de bendición.
Tomado de “Principios para el Éxito” – Pr. Daniel González
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