II. El juicio es de acuerdo a las obras de la persona (2.6-16)
Los judíos pensaban que tenían la más alta «posición» entre el pueblo de Dios, sin darse cuenta que una cosa es ser un oidor de la ley y otra muy distinta un hacedor (v. 13). Tenga presente que estos versículos no nos dicen cómo ser salvos. Describen cómo juzga Dios a la humanidad de acuerdo a las obras que haya hecho. Los versículos 7–8 no hablan respecto a las acciones ocasionales de una persona, sino al propósito total y dirección general de su vida, la «elección de la vida», según William Newell lo describe. La gente no alcanza la vida eterna por buscarla pacientemente; pero si la buscan toda su vida, la hallarán en Cristo.
«Cada uno» (v. 6), «todo ser humano» (v. 9), «todo el que» (v. 10): tres frases que muestran que Dios no hace acepción de personas sino que juzga a la humanidad en base a cómo han vivido. Uno pudiera preguntar: «Pero, ¿es Dios justo al juzgar así a los hombres? Después de todo, los judíos habían tenido la ley y los gentiles no». Sí; Dios es justo, conforme lo explican los versículos 12–15. Dios juzgará a las personas según la luz que han recibido. Pero nunca piense que los gentiles (que no conocían directamente de Moisés) vivían alejados de la ley; porque la ley moral de Dios estaba escrita en sus corazones (véase 1.19). Daniel Crawford, veterano misionero en África, salió de las selvas y dijo: «Los paganos están pecando contra un torrente de luz». «Es una de las cosas más evidentes en las Escrituras», escribe el Dr. Roy Laurin, «que los hombres serán juzgados de acuerdo al conocimiento de Dios que posean y nunca de acuerdo a algún standard más alto que no posean». Los judíos oían la ley, pero rehusaban hacerla, y por eso serán juzgados con más severidad. Lo mismo ocurrirá con los pecadores de hoy que oyen la Palabra de Dios, pero no quieren hacerle caso.
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