Que nadie menosprecie nuestro trabajo en el reino porque fue Dios quien nos escogió para realizar esa labor especifica que hoy estamos haciendo. El Señor reconoce nuestros deseos individuales, pero los une a una causa mayor para evitar que estos se transformen en deseos egoístas.
No debería existir cabida para la envidia ni el egocentrismo en el servicio que hacemos para el Señor. Todos somos importantes en la labor que realizamos en el reino y debemos aprender a valorar las tareas propias y las de los demás. Juntos somos mejores y más fuertes. Juntos somos la Iglesia de Cristo.
"Aun cuando el pie diga: «Yo no soy mano, así que no soy del cuerpo», no dejará de ser parte del cuerpo. Y aun cuando la oreja diga: «Yo no soy ojo, así que no soy del cuerpo», tampoco dejará de ser parte del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Y si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato? Pero Dios ha colocado a cada miembro del cuerpo donde mejor le pareció. Porque, si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Lo cierto es que son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: «No te necesito», ni tampoco puede la cabeza decir a los pies: «No los necesito»." 1 Corintios 12:15-21 RVC
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