Lección 2, Tema 2

1.2 El Dios no conocido

Progreso de Lección
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Hace dos mil años, un hombre al que hoy conocemos como el apóstol Pablo, viajó alrededor del Mediterráneo fundando Iglesias. Cuando estaba en Atenas, la cuna del conocimiento de aquél entonces, compartió un tiempo con un grupo de filósofos quienes se reunían con frecuencia para debatir nuevas ideas. Estaban buscando una cosmovisión para comprender el mundo entero. Superaban en conocimiento a la mayoría de las personas, pero no dejaban de buscar algo superior a ellos mismos, que pudiera darles las respuestas a todas sus preguntas. Como la mayoría de las naciones de la época, ellos creían en una multitud de dioses. Pero reconocían tener ciertas lagunas en su conocimiento. Incluso construyeron un altar para el “Dios no conocido”, para que si en algún momento llegaba, ellos estuvieran listos para recibirle.

Pablo vio en este altar la oportunidad de presentarle a sus nuevos amigos el mensaje central del cristianismo. No podía comenzar su presentación con La Biblia, porque aún no se había escrito el Nuevo Testamento (y ninguno de los cuatro Evangelios). Pablo les hizo ver que la curiosidad sobre la persona de Dios es universal, y que todo ser humano tiene en su interior un deseo insaciable por conocer a su Creador.

También les explicó cómo Dios realmente desea ser encontrado, y cómo vino a este mundo en forma de hombre. Este Dios hecho hombre vino a enseñarnos cómo es el Padre Celestial, y a reconciliar a la humanidad consigo mismo (Hechos 17:16-34).

No fue un mensaje fácil de recibir para la audiencia escéptica de Atenas. Ellos nunca habían oído hablar de Jesús. La noción de un solo Dios era de por sí bastante revolucionaria. Y la idea de que este Dios hubiese tomado forma de hombre, estaba fuera del marco de la imaginación de los que estaban escuchando al apóstol. Pero algo era cierto: Pablo no les pidió creer en un libro, ni hacerse miembros de una religión. Pablo los estaba desafiando a poner su fe en una persona. Les dejó una pregunta que todo auténtico explorador de la fe tarde o temprano debe hacerse. Esta pregunta sirve como punto de partida de la fe cristiana. La pregunta es:

¿Quién es Jesús?

Ese nombre tan nuevo para los atenienses de ese entonces, es bien conocido para nosotros en la actualidad. Jesús es la figura central de la fe cristiana. Diversas religiones proponen a Jesús como la base de su sistema de creencias. Pero la influencia de Jesús va más allá de la religión. Es difícil encontrar una persona en el mundo quien no respete a Jesús. Sus enseñanzas han moldeado la conciencia de las naciones. Este carpintero judío, quien nunca escribió un libro, quien nunca levantó un ejército y quien fue una figura pública por menos de cuatro años antes de ser crucificado por el imperio romano, sigue siendo objeto de interminables conversaciones, debates, libros y películas.

No fue la visión de Jesús, ni sus enseñanzas, o incluso los acontecimientos alrededor de su muerte lo que hizo su nombre tan famoso, y que su influencia haya llegado hasta nuestros días. De hecho, Pablo ni siquiera mencionó las enseñanzas de Jesús a los atenienses. La razón por la cual hombres y mujeres como el apóstol corrieron riesgos y hasta estuvieron dispuestos a sacrificar sus vidas por Jesús, no fueron impulsadas sólo por sus enseñanzas en vida, sino principalmente por los hechos después de su muerte. Tres días después de ser crucificado y sepultado, Jesús resucitó y está vivo.

Fue precisamente el encuentro de Pablo con ese Jesús resucitado, cuando todavía se llamaba Saulo de Tarso (y perseguía a los cristianos), que cambio su vida para siempre. Y pasó el resto de sus días contándoselo al mundo entero.

La fe tienen un punto de partida. Y el punto de partida de la fe cristiana es una pregunta: ¿Quién es Jesús?

Por eso en este punto, deberías hacerte la misma pregunta que ese día se hicieron los atenienses:

¿Quién es Jesús para mí?

"Cuando los allí presentes oyeron hablar de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: «Ya te oiremos hablar de esto en otra ocasión.» pero algunos creyeron y se unieron a Pablo." Hechos 17.32–34

Vemos aquí 3 grupos de personas:

  1. Se burlaron.
  2. Lo siguieron pensando.
  3. Creyeron.

Estos mismos 3 grupos persisten en la actualidad.

  1. Esperamos que no seas de los que se burlan. Muchos de nosotros en otro tiempo nos burlábamos de los cristianos y de la Iglesia, pero un día tuvimos que arrepentirnos de las cosas que hicimos y dijimos en contra de las personas que creen en Jesús.
  2. Si lo has venido pensando… hoy tenés la oportunidad de empezar a creer. Hoy puede ser tu Punto de Partida en la fe.
  3. Y si ya creíste en Jesús, queremos ayudarte a que estés más seguro que nunca de cuál es el fundamento de tu fe, y dónde comienza todo. No es un libro, ni una religión. Es una persona, y se llama JESUCRISTO.

Preguntas:

  • ¿En cuál de estos 3 grupos has estado hasta hoy?
  • ¿En cuál de estos grupos te gustaría estar de aquí en más?

Si estás dispuesto a creer en Jesús (o renovar tu fe en Él), te invitamos a hacerlo repitiendo la siguiente oración de todo corazón:

Amado Dios:

Reconozco que soy un pecador, y que he estado alejado de Ti.

Me arrepiento de todos mis pecados. Por eso renuncio a todo aquello que no te agrada, y que tanto daño me ha ocasionado a mí, y a las personas que más amo.

Hoy creo en Jesucristo y en la obra que hizo en la cruz por mí. Yo creo que pagó el precio por mis pecados. Por eso te entrego mi vida, para que seas mi Señor y Salvador.

Te doy gracias por el regalo de la vida eterna, y te pido que me ayudes de ahora en adelante a vivir plenamente, haciendo los cambios que necesito hacer, para cumplir el propósito para el cual me has creado.

Te abro las puertas de mi corazón, y te invito para que por medio de tu Espíritu Santo entres a mi vida, y hagas todas las cosas nuevas.Te lo pido todo en el nombre de Jesús. ¡Amén!

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