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1.2 Práctica de Liderazgo: Clarificar el Objetivo

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Todos quieren ser parte de un equipo ganador. Pero lo inverso también es verdad: la gente pierde la motivación de participar de un equipo que no gana, o que no sabe si está ganando.

La mayoría de las organizaciones reconocen la necesidad de tener algún tipo de “tablero” para medir el éxito. Las empresas que cotizan en bolsa monitorean el valor de sus acciones, las escuelas publican los boletines de calificaciones de sus alumnos, los canales de televisión miden el rating de sus programas, y las influencers prestan mucha atención a sus seguidores.

La mayoría de las iglesias no tienen un sistema confiable para definir y medir cómo se ve el éxito en cada nivel del liderazgo. En el mejor de los casos, publican estadísticas generales que dan cierto sentido de progreso o fracaso como iglesia, para luego continuar haciendo su ministerio de la manera que siempre lo hicieron, productivo o no.

La iglesia debería ser más categórica que cualquier otro tipo de organización para “clarificar la victoria”, simplemente porque lo que está en juego no son acciones en la bolsa, calificaciones, programas de T.V. ni seguidores en las redes sociales, sino la eternidad de las personas.

¿CÓMO SE MIDE EL ÉXITO?

Clarificar la victoria simplemente significa comunicar a tu equipo qué es realmente importante. Haciendo preguntas, recompensando la actuación de alguien, celebrando los resultados significativos, esto es todo parte de clarificar la victoria.

Para eso como líder debes definir proactivamente un objetivo y comunicarlo con claridad.

La mejor manera de elevar el poder colectivo de tu equipo, y lograr la sinergia, es asegurarte que todos sepan qué significa “ganar”.

CUANDO NO SE CLARIFICA EL OBJETIVO

Nada desmotiva más que pertenecer a un equipo cuyos miembros tienen agendas separadas y que compiten entre sí. Cuando esto pasa, es usualmente porque los líderes a cargo no han dispuesto el tiempo necesario para clarificar la victoria para su equipo.

Mientras el objetivo no esté claro, como líder estás obligando a tu equipo a “adivinar” cuál es la meta. Una característica que diferencia a la iglesia del resto de las organizaciones, es la gran cantidad de voluntarios que requiere para realizar su misión. Generalmente, los voluntarios quieren hacer lo que la iglesia quiere que ellos hagan. Pero los problemas vienen cuando los voluntarios no tienen claridad de cuál es la visión y los objetivos de la iglesia. Sin una dirección clara, son forzados a diagramar su propio curso de acción y organizar sus propias agendas según lo que cada uno considera “lo más importante”.

La experiencia muestra que la mayoría de los voluntarios no priorizan sus agendas personales ni quieren crear conflictos. Sólo quieren saber dónde alinearse para así poder ayudar. Pero si se les permite moverse sin rumbo o en la dirección equivocada por largo tiempo, la mayoría de ellos terminará abandonando.

¿Por qué? Porque a la gente no le gusta perder… ¡Le gusta ganar!

Cada uno de nosotros tiene un deseo dado por Dios, de pertenecer a algo que es más grande que nosotros. Los voluntarios necesitan saber que su inversión en tiempo y recursos va a hacer la diferencia. Trabajarán duro y harán sacrificios increíbles siempre y cuando sepan cuál es el objetivo, y que lo que hacen importa en realidad. Simplemente desean encontrar el significado e importancia del servicio que realizan. A nadie le gusta dedicar su tiempo y esfuerzo en algo que no es importante ni valorado. Todos necesitan entender claramente qué están logrando.

Las estadísticas sugieren que el voluntariado en la iglesia está declinando. Una buena pregunta para hacernos es: ¿Cómo reclutar y mantener a los voluntarios? Parte de la respuesta es clarificar el objetivo. Muchos voluntarios abandonan el servicio en las iglesias cada año, simplemente porque no ven ni sienten que estén ganando.

Si el objetivo no es claro, puedes forzar a tus líderes a definir ellos mismos qué es ganar en sus propios términos. Si no defines con tus líderes qué es ganar, lo definirán por ellos mismos.

¿Por qué? ¡Porque son líderes y están acostumbrados a ganar! No les toma mucho tiempo a los líderes hacerse cargo de un grupo, comenzar un nuevo programa, iniciar un ministerio innovador y hacer que muchos los sigan. Puede ser que sólo estén diez grados fuera del camino, pero luego de un tiempo suficiente, perderán el rumbo por kilómetros. No es que intencionalmente sean rebeldes o difíciles. En realidad, son líderes. Y si no les comunicamos con claridad cuál es el objetivo que perseguimos, ellos definirán sus propios objetivos.

Estas son algunas de las cosas que pasan en las iglesias y equipos de ministerio cuando no están claros los objetivos:

  • Los líderes y el resto de los voluntarios definen ellos mismos sus propios objetivos.
  • Hay competencia entre distintos grupos y ministerios por el uso de las instalaciones, recursos y colaboradores.
  • Líderes provenientes de otras iglesias tratan de imponer sus propios objetivos, y hacer las cosas como las hacían “en la otra iglesia”.
  • La motivación se va perdiendo, porque nadie sabe si realmente “estamos ganando”.
  • Los voluntarios renuncian, y los líderes se sobrecargan.

VENTAJAS DE ESTABLECER OBJETIVOS

Cuando clarificamos el objetivo, ayudamos a nuestros líderes y voluntarios a alinearse para lograrlo juntos. El no-alineamiento es el resultado natural del crecimiento. Los colaboradores que se van sumando, vienen de otras iglesias, o tienen sus propias visiones de qué se supone que una iglesia debe hacer, y cómo lograrlo. Desde el momento que se integran al equipo, tratan de transmitir su propia imagen de iglesia. Puede ser que estén esperando reuniones de matrimonios el viernes por la noche, un estilo diferente de música, o un ministerio de varones que se reúna los sábados por la mañana. Pronto, esta gente bien intencionada puede comenzar a cambiar la iglesia en una dirección diferente. Por eso los líderes efectivos constantemente transmiten una clara imagen de la visión que Dios les ha dado como iglesia, y los objetivos que se han fijado para hacerla realidad.

Cuando clarificamos el objetivo, también administramos los recursos más eficientemente. La iglesia debe enfrentar este desafío: los recursos humanos y materiales siempre son escasos. Y mientras más crece, la organización se va complicando. Esto significa que el liderazgo deberá decidir cómo asignar esos recursos escasos entre múltiples ministerios y programas. Por eso es fundamental evaluar y descubrir qué está funcionando y qué no.

Cuando clarificamos el objetivo, creamos el potencial para un impulso. Cuando hemos establecido una cultura donde el triunfo está claro, entonces los logros tienden a suceder más frecuentemente.    

Ganar motiva a un equipo. Mientras ganan, las personas darán su tiempo, sus recursos y sus corazones. Por eso, clarificar el objetivo:

  • Aumenta la motivación, el sentido de pertenencia, y la alineación de líderes y voluntarios. Porque todos sabemos “dónde se hacen los goles” y estamos dando nuestro mayor aporte por lograrlos.
  • Administramos los recursos más eficientemente. Porque sabemos dónde son más estratégicos, y los asignamos donde mejor ayuden a conseguir los objetivos fijados.
  • Los pequeños logros generan una inercia que retroalimenta aún más el impulso y la motivación, y nos permiten crear una cultura en la iglesia, donde la visión se adopta con claridad y entusiasmo.
  • Los voluntarios están más dispuestos a involucrarse, a trabajar más duro, ser menos negativos, y apoyar a los líderes.

CUATRO PASOS PARA CLARIFICAR LA VICTORIA

Si deseas clarificar la victoria para tu equipo, debes tomarte el tiempo para definir qué es importante en cada nivel del liderazgo. Aquí proponemos cuatro pasos para ayudarte a clarificar la victoria, y comunicarla hasta que se establezca como un hábito ganador.

  1. Resumir el Objetivo en una frase simple.
  2. El Objetivo debe ser específico y medible, y relacionado con la Visión y Misión de la Iglesia.
  3. Reunirse como Equipo para clarificar la victoria en cada nivel de liderazgo:
    • Objetivos a nivel Iglesia.
    • Objetivos a nivel Redes de Discipulado y Ministerios.
    • Objetivos a nivel de Grupos de Vida.
  4. Comunicar frecuentemente el Objetivo de todas las formas posible:
    • Carteles, Salas de Planificación, Eslogan, Frases, etc.
    • Preguntas estratégicas que nos ayuden a pensar en el objetivo.
    • Videos creativos.
    • Anuncios y promociones.
    • Ejemplo personal del líder.

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